martes, 5 de agosto de 2008

LA MUJER MESTIZA


Vivimos en un mundo cada vez más múltiple y plural. Las diversas culturas ancestrales que mucho tiempo habían permanecido en silencio y en la sombra, se redescubren, se manifiestan, buscan y dicen su palabra, recuperan su orgullo y su razón de ser. Los procesos de postmodernidad y globalización han ayudado a ello. Aunque haya centros de poder que imponen sus dinámicas, muchos centros han estallado y, en los márgenes, otras miradas y otras voces se recuperan. Esto supone que diversas tradiciones y formas culturales se cruzan, en ocasiones dialogan, en ocasiones chocan...
En este cruce, hombres y mujeres se diferencian. Tienen distintos roles y posibilidades, porque el género, es una realidad que atraviesa seres y culturas, en sus procesos más definitivos de delimitación y búsqueda de identidades. Los hombres y las mujeres no se comportan ni se entienden por fuera de la construcción genérica en la cual han sido socializados/as: "El género se perfila como resultado de la producción de normas culturales sobre el comportamiento de los hombres y mujeres, mediado por la compleja interacción de un amplio espectro de instituciones económicas, sociales, políticas y religiosas"
Para mirar esas diferencias, al menos en el nivel de lo aparente, podemos registrar por ejemplo, los papeles distintos que juegan y han jugado las mujeres en tradiciones y situaciones como las del Islam, la cultura japonesa, en Africa, en la Europa del medioevo, o en las costumbres noreuropeas o norteamericanas de hoy.
Desde Occidente que se considera hoy avanzado en lo que tiene que ver con las discriminaciones raciales o genéricas, se miran las costumbres del Islam como radicalmente opresivas de la mujer. Hay situaciones en las cuales hoy todavía (siglo XXI) se ejerce la mutilación o amputación del clítoris de la mujer, como una manera de controlar sus sensaciones y su sexualidad... Realmente son situaciones determinadas por la cultura, situaciones extremas... Pero todas las mujeres sabemos que en todas las culturas hemos luchado y luchamos por mejores condiciones y por mayor equidad.
Según los momentos, en cada cultura, la mujer ha desempeñado papeles de mayor o menor importancia, ha realizado más aportes o menos... en la construcción de la vida social e institucional. En la medida en que ha tenido posibilidades de expresarse, de moverse, de construir... su aporte ha sido insustituible; en la medida en que su contexto cultural la ha arrinconado y silenciado, sus potencialidades han ido quedado más estrechas.

Por el lugar en que la mujer ha sido colocada más o menos tradicionalmente, su papel y su aporte en este mundo de hoy, intercultural y de diálogo, puede ser doblemente significativo. Por y desde este lugar la mujer ha desarrollado prácticas más cercanas a la tolerancia, al diálogo, a la acogida, al apoyo mutuo, a las búsquedas conjuntas...
"Las mujeres no aportan valores a la cultura de paz, sino que aportan ajenidad, tal como decía Virginia Woolf en Tres Guineas. Se trata de una experiencia que coloca a las mujeres en un lugar diferente al hombre, ni mejor ni peor, diferente, porque históricamente lo que han hecho es cuidar, y eso desarrolla una posición... Las mujeres se resisten a perder la cultura del cuidado


En este marco y perspectiva, la mujer popular latinoamericana, mayoritariamente mestiza -en lo étnico, pero sobre todo en lo cultural- puede decirse que es una privilegiada, porque ella misma es un cruce de culturas y es constructora de una vida eminentemente intercultural y dialógica.
Esta realidad, el papel de la mujer popular en el mestizaje, se ha ido construyendo a través de los siglos en el Continente. Muy tempranamente, en la época de la Colonia, ya era observable este aporte. José Luis Romero lo registra en su bella obra sobre nuestras ciudades:

A la hora de recogerse, cada núcleo social se agrupaba en sus barrios, pero mientras duraba la actividad cotidiana los grupos se interpenetraban, inclusive los más cerrados y exclusivistas. Comprar y vender eran funciones que intercomunicaban y durante un instante equiparaban a los dos términos de la operación. Quizás por eso repararon tanto los viajeros y observadores en el papel de las mujeres que llenaban las calles y el mercado, cada una de las cuales volvía luego a su núcleo con algo de lo que había comprado, pero también con algo de lo que había oído y aprendido. La mulata o la mestiza observaba los vestidos, las costumbres y el lenguaje de su cliente de buena posición y procuraba imitarla; pero su cliente aprendía los usos vernáculos y populares y terminaba gustando del encanto de los colores vivos que ostentaban las ropas de las gentes del pueblo, de sus platos preferidos, de las palabras vernáculas que incorporaba al español, de los giros lingüísticos que inventaba el ingenio popular.

Consideraciones finales
La indumentaria del mestizo yucateco se presenta como un elemento importante para conocer el proceso histórico de este grupo, ya que en las constantes variaciones al terno, vestido de la mujer mestiza se observa el cambio sociopolítico del siglo XIX.
mi comentario: La mujer indigena era demaciado discriminada era golpeada y muy esforsada para alimentar a sus hijos y demaciado pasada a llevar

1 comentario:

Anónimo dijo...

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